Los venezolanos estamos acostumbrados a estas alturas a marchar y votar. Lo hemos hecho incansablemente por 15 años, desde que el régimen se impuso con su escasez, dolor, inseguridad, sosobra, represión.
Este martes 18 de febrero, Caracas se unió al Líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, y a los estudiantes en una protesta que ya lleva una semana y que se ha cobrado la vida de 4 personas. Protestas que pocas personas en nuestro país saben puesto que en este país reina la incertidumbre tras la censura en los medios de comunicación.
Las redes sociales han sido fundamentelaes para que el mundo se entere de lo que aquí sucede y hoy vivimos un capítulo muy triste lleno de injusticia e impotencia.
Leopoldo López se entrega para ser "juzgado" por la "justicia" de un gobierno que ha demostrado más de una vez que no sabe de estos términos.
Los delitos imputados a Leopoldo López son: homicidio, terrorismo, incendio de edificio público, daños a propiedad pública, intimidación, instigación a delinquir.Todo esto debido al llamado de salir a protestar por nuestros derechos, tal como lo establece la constitución.
Llegamos a Chacaíto a las 10:15 am, aproximadamente. La idea, de muchos, era acompañar a Leopoldo a entregar un documento a un Ministerio. Nosotros llegaríamos hasta un punto, él seguiría solo para evitar enfrentamientos y más hechos de sangre. Sin embargo, para muchos, estaba claro que se entregaría. Muchos no entendían cómo podría entregarse en un país tan injusto, otros comprendimos que daba una especia de tregua para con los estudiantes que fácilmente serían carne de cañón ese día.
Hubo mucha, muchísima gente. Todos resteados. Ánimos caldeados, Gente cansada, hostinada, harta de los abusos de este gobierno, de la inseguridad desmedida, de la escasez, de las largas colas (filas) que se deben hacer por horas para comprar algún producto básico que se pueda conseguir.
Al llegar Leopoldo dió su discurso, lo poco que podíamos escuchar, ya que les quitaron la tarima y el sonido y hablaba at través de un megáfono. Repitió que seguiríamos con él hasta un punto y luego lo haría él solo, lo que no sabíamos es que sólo caminaríamos con él unos pocos metros antes de que él se entregara, lo colocaran en un tanque/ballena y se lo llevaran.
Por minutos no supimos NADA. Nada se sabía de él ni por qué no podíamos pasar. La gente comenzó a cansarse y a pedir o traspasar el piquete de la policía o a irnos a la autopista y trancarla.
En un momento alguien nos dijo que ya se habían llevado a Leopoldo y nos sentimos como desamparados, en shock, no entendíamos nada, no había comunicación.
La gente decidió bajar por Las Mercedes hacia la autopista. Nos fuímos con ellos. Yo Twitteé lo poco que pude a través del mensajes de texto, porque no había señal de celular decente, y a veces NINGUNA.
Al bajar hacia Las Mercedes vimos/escuchamos gente que no tenía idea de por qué iba hacian donde iba. Unos hablaban, otros caminaban, otros estaban sentados. Cerraban las calles laterales, teniendo problemas con los conductores. Había caos.
Al llegar a Las Mercedes subimos por uno de los lados del Río Guaire hacia la autopista. Estaba llena de gente, gente esperando algo, no sabían qué, pero esperaban.
Llegaron unos motorizados que hablaban con algunos estudiantes diciéndoles que lo mejor no era cerrar las vías, que eso traería más violencia de parte del gobierno. Los estudiantes gritaban que querían calle, cerrar vías, que la gente saliera a la calle. No hubo consenso, había mucha rabia de ambas partes. Rabia comprensible, pero que no ayudaba.
Un piquete de la Guardia Nacional estaba en el puente nuevo de la autopista hacia la Río de Janeiro, de repente se montaron en un atobus y se fueron, así nada más. Me pareció sospechoso. Cuando escuché a la gente diciendo que irían por la autopista hasta el Distribuidor Altamira entendí porqué los Guardias Nacionales se había movido, no ido. Se trasladaron hasta ese punto de la autopista en donde no podríamos pasar y claro, llegó otra tanqueta/ballena.
Nos vimos rodeadas, sabíamos lo que podía pasar y decidimos salir de ahí. Era una emboscada, una trampa fácil si algo salía mal.
Por teléfono nos informaron que Leopoldo López estaba en El Rosal, pero la gente no lo dejaba pasar y decidimos irnos hasta allá. Apenas llegamos al lugar donde antes estaba el Mc Donalds vimos un piquete de la PNB y unos cuantos nos fuímos hasta allá. Nuevamente, de pronto, los PNB se hacían a un lado, y una muchedumbre venía corriendo del otro lado hacia nosotros. Esa gente venía con los dos carros que trasladaban a Leopoldo López. Corrímos la voz, la gente se aglomeró y comenzó otro caos.
Rodeamos el carro, no se podía ni respirar, pero aún así gritamos consignas, queríamos verlo, queríamos escucharlo. Dos veces Leopoldo trató de hablarnos entre tanto grito desaforado. La primera vez no pudo, la segunda vez pudimos escucharle que quería que lo dejáramos avanzar, que él estaba bien y que iba con su abogado y un fiscal del ministerio público.
La gente NO quería dejarlo, ninguno queríamos dejarlo solo con esa gente. Al final, y tras un conato de pelea con unos muchachos que estaban bastante alterados, decidimos retirarnos e ir pasando la voz de lo que ocurría, porque atrás la gente no sabía nada y todos empujaban.
Salí mareada, frustrada, triste e impotente de ese asunto.
La gente se devolvió a Las Mercedes, unos se quedaron allí, para hacer bulto en varias partes, y otros fueron a Altamira. Nosotras decidimos retirarnos.
Era increíble la cantidad de gente había en todas partes, no vimos un lugar vacío. Ya en Chacao comenzamos a ver menos gente, pero cuando llegamos a Altamira volvimos a ver un grupo muy nutrido, pero muchso muy alterados, porque mientars habían señoras que llamaban a la calma y a retirarse los estudiantes les decían que ellos estaban dejando el pellejo por nosotros y no todo estaban saliendo a la calle a demostrarlo.
Qué sentí.
Mucha frustración, mucha incertidumbre, que no había un líder estratégico, que los muchachos andan con el corazón llene de emociones que las entiendo perfectamente, pero no están bien canalizadas.
A esta hora, 9:37 p.m., continúan las protestas en varias zonas del país, junto a cacerolas y gente que baja de sus edificios a quemar basura y cerrar calles.
La gente está HARTA. ¡Queremos que sepan lo que vivimos aquí!
Qué creo.
Que hace falta or-ga-ni-za-ción. No la ví, no la sentí, al menos en esta protesta con tanta gente.
Qué ví.
No vi infiltrados, sí ladrones que aprovecharon para hacer su agosto. Ví estudiantes exaltados peleando fuertemente con personas que son de oposición como ellos, pero creen que la forma de hacerse las cosas debe ser diferente.
Ví gente que no sabía qué hacer ni qué había pasado. Esa gente seguro se enterará cuando llegue a su casa.
Ví gente tomándose los fulanos "selfies" y creyendo que estaban en una fiesta y tomaban fotos para compartirlas con sus amigos, así, tipo festejo.
Ví gente resteada, mujeres que se unieron para traspasar los piquetes de la policía, hombres que decían que éramos más que ellos y podíamos pasarlos.
Ví gente cansada de este gobierno y sus abusos y créanme, no la ví solo en la protesta, las ví en las calles que visitamos luego que salimos de allí.
Ví gente abrazando y saludando a los poilcías con respeto. Ví gente que no entiende que la violencia genera violencia e insultaban a los policías.
Veo un futuro incierto, pero un clamor claro: No nos da la gana de tener una dictadura como la cubana.
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